A pesar de haber salido hacía ya un buen rato de la piscina, el cloro me seguía haciendo bailar los ojos como una de esas canciones pachangueras hace mover el culo al personal  en las ferias de pueblo: de forma más bien espasmódica, sin pasos definidos, y con menos gracia que la canción en sí (que ya es decir).

Tras cruzar la Avenida América, y acortar por un par de calles insustanciales (las típicas cuyo nombre desconoces, sobre todo cuando lo necesitas), pasé junto a un local en reformas de grandes dimensiones. No habría reparado en él, de no ser por la blancuzca nube que había generado la interacción de una pieza de mármol y la radial del currante de turno. A todo aquel que me conozca no le costará creer que fue aquel desagradable cirro a ras de suelo, y no el ruido de “i” característico de la sierra, el que me sacó de mi ensimismamiento. Dos estornudos (siempre estornudo a pares) y un acceso de tos, me hicieron agachar la cabeza, y fijarme, en consecuencia, en el alfombrado de quitina en que se había convertido la acera aledaña a aquel negocio en ciernes.

Aún sumido un tanto en mis cábalas, me puse a observar aquellas curianas con interés: mientras una minoría yacían muertas, y otras tantas lograban huir despavoridas, la mayor parte permanecían boca arriba. Las veía agitar sus patas en un eterno tour en bicicleta de seis pedales, víctimas de su propia morfología, atrapadas en una eficaz trampa de índole química (digo yo), y física (la gravedad manda). Me quedé como hipnotizado, mientras andaba como el niño que intenta no pisar las líneas (porque si las pisas te mueres); pero mis líneas eran aquellos artrópodos, y mi muerte el sentimiento de culpabilidad al aplastarlas.

Unos segundos después, y unos metros más allá, el tapiz de cucarachas se deshilachó definitivamente; quedando, tan solo, restos puntuales del genocidio. Justo cuando la última de ellas me llamó desde abajo, con aquel incesante charleston invertido, una pequeña desazón me invadió, y me pregunté… ¿qué es más humano, darles la vuelta, o matarlas?

Tras no hallar respuesta, me fui.