Me encanta, en serio, pero no lo quiero; no quiero quererlo más.

Un día me iré y comeré por mí mismo, tendré una dieta nueva. Y, cuando venga de visita, mi madre me dirá que hay donuts, o magdalenas, o filete de ternera; y se lo diré: me encanta, pero ya no lo quiero.

Y pasa. Pasa con todo.

Pasa con la comida.

Pasa con las relaciones de pareja.

Pasa con las amistades y la familia.

Pasa con la ropa y hasta con el aire que respiras.

Pasa, sobre todo, con uno mismo.

Pasa, como la vida.