Y al día se le puso cara de otoño con visos de invierno;
ojos de leer con luz gris de tarde que muere joven,
nariz de terrizo húmedo y jaramagos empapados,
orejas de repiqueteo de agua contra los coches,
mejillas azotadas de vientos renovados,
y boca y lengua de conversaciones entre té humeante. 
Y yo lo celebré, con más ganas de buscar el calor que de rehuirlo